La publicidad infantil en Navidad

La Publicidad Infantil en Navidad.

Como cada año por estas fechas, las grandes empresas jugueteras comienzan su campaña navideña. Todavía tenemos por delante muchas semanas hasta el comienzo de la Navidad, y casi dos meses hasta el día de Reyes, aún así, las “muñecas de famosa” ya han emprendido su camino hacia el portal, pero no son las únicas, un verdadero ejército de coches radio-control, muñecos, peluches, barcos pirata, sets de maquillaje, y fábricas de bichos de gominola, llegan a nuestras casas a través de las pantallas de televisión.

Es comprensible, las jugueteras son muy conscientes de que “su agosto” se encuentra en esta época, así que no dudan en arrancar su extraordinaria maquinaria publicitaria para atraer al máximo número de compradores. Ante este despliegue, los más pequeños de la casa permanecen indefensos, miran los anuncios encandilados, obnubilados mientras la publicidad crea en ellos nuevos deseos imposibles de satisfacer. Si nos fijamos bien, cada vez que los niños visualizan un anuncio en televisión dirigido a ellos, responden inmediatamente “¡yo quiero eso, mamá, papá, yo quiero eso!”.

Las empresas publicistas que elaboran estos spots, estudian muy bien el público al que van dirigidos. En sus equipos de trabajo no pueden faltar psicólogos infantiles que conocen cómo funciona la mente infantil, saben hacia dónde dirigir sus deseos y se aprovechan de su vulnerabilidad.  Vuestros hijos, nuestros alumnos, no tienen capacidad suficiente para llevar a cabo una autorregulación de sus deseos, esto requiere un nivel de abstracción mental que los niños de infantil todavía no han alcanzado, en esta etapa su natural egocentrismo les hace desear todo lo que les parece apetecible. Las empresas anunciantes se aprovechan de ello, por eso no es difícil encontrar spots verdaderamente agresivos, que contienen escenarios idílicos e irreales que hacen al juguete más apetecible: selvas, mares, ciudades… proyectan situaciones de juego, que como las pilas, no se incluyen en el paquete.



Este bombardeo publicitario tiene consecuencias en los más pequeños de la casa, cada uno de los anuncios de juguetes supone un deseo insatisfecho, lo que desemboca irremediablemente en la frustración del menor (al no poder poseer todo lo que quiere), y en una desorientación de la conducta respecto al consumo: esto quiere decir, que son los medios de comunicación quienes educan a los niños de la manera que más les convenga: introduciendo en su subconsciente la idea de que para ser feliz, es necesario comprar, comprar y comprar. ¡Sólo hay que ver lo feliz que es Barbie en su nuevo centro comercial!, el colmo.

¿Qué podemos hacer ante todo esto? En primer lugar debemos limitar el ocio televisivo, es un medio que tiene una influencia gigantesca, no es para menos, si contamos las horas, el niño pasa más tiempo al año frente a la tele que en la escuela. Por otra parte es importante que dotemos a los más pequeños de la casa de herramientas críticas que les permitan valorar esos anuncios, para ello podemos ver la televisión con los niños, explicarles lo que ocurre en los anuncios, y de vez en cuando crear dudas respecto a los juguetes que anuncian “¿Dónde vas a poner ese barco pirata si en casa no tenemos mar?”.

Otro aspecto a tener en cuenta el valor educativo del juguete a la hora de comprarlo, ¿qué va a aprender mi hijo con este juguete? Para ello observaremos características como: que no sea un juguete muy elaborado y deje margen a la imaginación; que fomente el juego cooperativo, con otros niños o familiares, que proyecte valores positivos, que no sea un juguete sexista, que desarrolle las competencias y capacidades del niño, que favorezca el aprendizaje por descubrimiento, etc.

De esta manera, contribuiremos a evitar que nuestros hijos y alumnos se eduquen bajo la doctrina que impone la sociedad de consumo, y les dotaremos de herramientas con las que puedan defenderse del bombardeo publicitario que sufren año tras año, conseguiremos que sean más críticos y en definitiva más felices, además evitaremos que al poco de abrir los regalos, jueguen más con la caja y el plástico de burbujas que con el propio juguete.

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